Descubriendo el Imperio Romano

Justo en el Mercado Troyano empezó la 'lectura turística', que se convirtió en tradición durante nuestra estadía en la ciudad romana; me encanta leer, me gusta la historia y desde que llegamos estoy atraída irrestiblemente con Roma.

Yo me divertía leyéndoles todo lo que decía sobre cada uno de los lugares, según la guía turística que habíamos conseguido; además nos ayudaba a descansar ... sentadas por ahí ... en algún lugar, para buscar la reseña en el libro y leer, aprender, apreciar y sobre todo sorprendernos por la antigüedad. De verdad me entretenía mucho esa parte.

Descubrimos una pizzería al pasar una calle inclinada que daba a los Foros Imperiales, vendían el pedazo de pizza en buen precio, 1.5 € Margarita (de queso y tomate) mi favorita; Pili se aventuró con una de papitas fritas con queso, entendiste bien, una pizza de papas fritas ... ¡buenísimo! Por cierto, era pizza cuadrada, ¡curioso! Hasta le tomamos fotos, solo que posteriormente en Barcelona perdimos una cámara (robada, en realidad, ya te contaré) y bueno, tendremos que volver a Roma para tomar de nuevo la foto (lo digo en serio). El lugar tenía un poco (muy poco) de espacio para sentarse, así que lo aprovechamos (y también para ir al baño).

Luego de la parada del almuerzo, seguimos caminando, por la Vía de los Foros Imperiales,

el Foro de Nerva

y el Momumento Vittorio Emanuele II,

que no es de la época del Imperio Romano pero aún así es impresionante y muy grande, característico de los romanos; tiene muchas gradas ... muchas ... muchas gradas, y arriba hay un museo. No pensábamos en subir toda la escalera (no nos interesaba el museo y eran demasiadas gradas) así que decidimos sentarnos un rato a descansar sin embargo un guarda nos quitó, no era permitido, así que seguimos el recorrido.

Como decía la presentación que vimos en la mañana en el Time Elevator: “en Roma el presente es la clave del pasado y el pasado siempre está presente”. Totalmente verídico.

Conocí de día al señor Coliseo y confirmé mi encanto hacia él ... inevitablemente ... ¡me trastorna!

Cerca del Coliseo se encuentran varios "soldados" que dejan tomarte una foto con ellos a cambio de un Euro (o algo así, no recuerdo la tarifa), lucen muy bien, debo decir, estos romanos tienen el estilo de perfil griego y buena musculatura, la mayor parte ¡a la vista! y bueno, no tenemos fotos que mostrar lamentablemente, ya que iban en la cámara robada después en Barcelona. Teníamos toda una sección de hombres "de calendario", el cual pensábamos imprimir ... con 12 bellos italianos, y vender a nuestras amigas para financiar nuestro siguiente viaje a Europa ... nada mal la idea ... solo que no sobrevivió ninguno ... y eso estuvo ¡muy mal!.

Caminamos largo rato por las ruinas: la Vía Curia, el Templo de Saturno, la Plaza Francesa Romana, el Arco de Tito, la Plaza Venere, la Vía Sacra, el Arco de Costantino, el Palatino, el Arco de Giano ... increíble ... tan tan antiguos ... y aún están ahí. ¡Ah! y también nos encontramos con Eneco, el español que conocimos en el hostel, lo vimos en las ruinas, entre tanta gente, fue curioso verlo.

Luego llegamos al Teatro Marcello,

la Sinogoga, el Puente Fabricio, la Isola, el Puente Cestio, la Plaza Belli, el Puente Garibaldi, la Plaza Trilussa, el Puente Sisto ...

hasta que llegamos a Trastevere, del otro lado del río Tevere (eso significa, ji, ji).

Vimos la Iglesia: Santa Maria in Trastevere,

y recorrimos un poco la zona, luego buscamos un restaurante, para cumplir nuestra promesa de sentarnos a comer pasta en Italia. En el resto del recorrido nuestra dieta se basó en sandwichs y pizza, sentadas en cualquier lugar disponible, una banca, un parque, unas gradas, pero estábamos seguras de que valdría la pena sentarse en un restaurante a comer pasta ... en Italia, todo estaba fríamente calculado desde 6 meses antes del viaje.

Encontramos una calle estilo boulevar en Trastevere, muy transitada por todo tipo de peatones, con muchos restaurantes; la mayoría de los lugares tienen expuesto el menú en la acera, junto a las mesas que se encuentran afuera, así que vimos varios y elegimos uno de precios moderados, Restaurant Trattoria Carlo Menta.

Quisiera decir que es la mejor pasta que he probado en mi vida y que valió totalmente la pena, pero no fue así, sí tenía buen sabor, sin embargo la mejor pasta que he probado sigue siendo en La Mela, en Little Italy, New York. En fin, cenamos formalmente sentaditas en una mesa dentro del restaurante y salimos de Trastevere, de nuevo caminando.

De regreso ya el metro funcionaba (después de caminar todo el día, literalmente) así que lo tomamos en cuanto nos fue posible, ya que aún así estábamos algo lejos de alguna estación. Al llegar a la Stazione Termini debíamos salir hacia Galleria Termini pero fuimos a dar a Piazza dei Cinquecento (la Plaza del Cincentenario) ... ignoramos cómo ... y caminamos (aún más) hacia el hostel; por último al Internet, a gastar nuestros 15 minutos gratis, sin novedad, no me encontré con nadie conectado.

El muchacho encargado del Internet habla varios idiomas, creemos que es árabe (o de por esos lares) y al que ingresa le solicita su pasaporte, ayer nos dijo algunas palabras en español; ahora que volvíamos parece recordarnos: "las costarriqueñas" y no logra entendernos que lo correcto es "costarricenses", supongo que el fondo nos confunde con Puerto Rico, como es usual, lamentablemente.