La vez en Bratislava



Bratislava estaba fuera de mis planes pero fui a dar a ella, así que me pareció lógico conocerla. 


Sucedió por una historia de esas de trenes, que siempre se recuerdan, se cuenta con los mismos detalles luego del viaje, nos hacen reír y que eventualmente se disfrutan. Hela aquí.

Todo empezó en Praga, República Checa, cuando me equivoqué en el vagón del tren para ir Budapest, en Hungría, y mi confusión era obvia (al menos para mí).



Yo iba inicialmente hacia Viena, capital de Austria, solo para luego dirigirme a Budapest, ya que mis pases de tren (EUrail) incluían a República Checa y Austria, por un lado, y Hungría-Croacia-Eslovenia por otro. Al llegar al andén correspondiente en la estación en Praga para tomar el tren hacia Viena, me di cuenta de que era el mismo tren que iba hacia Budapest... y ese era mi destino final, ¡maravilloso!, pensé; olvidando el pequeño detalle por el cual tenía que ir primero a Viena, que si no íbamos a pasar por Eslovaquia, el cual no estaba incluido en mis pases de tren.

El tren era el mismo, evidentemente, pero al sur de la frontera checa se dividía, unos vagones se dirigirían a Viena y otros a Budapest (pasando por Bratislava, capital de Eslovaquia).

Recordé el detalle (de por qué debía ir a Viena) en cuanto pasamos la frontera eslovaca y el encargado de revisar los tiquetes en el tren se acercó a solicitar mi tiquete. Yo le mostré mis dos pases, ya que en ese momento no estaba segura en qué país me encontraba, explicándole que tenía uno para Praga-Viena y otro para Budapest, hacia donde me dirigía.

Siempre recordaré el tono de voz de ese señor, furioso, cuando me repetía una y otra vez: "Ésto es Eslovaquia, no Eslovenia, su pase es para Eslovenia, no Eslovaquia".

Y bueno, me pidió que pagara en efectivo los 12 euros correspondientes al trayecto eslovaco (que no es lo mismo que esloveno, ya lo tengo bien claro) y al no cargar yo suficiente dinero (y no aceptar ellos tarjetas de crédito o débito), pues me bajaron en la siguiente estación, jeje, que era Bratislava.

La idea era que en los 15 minutos que el tren hacia su parada en Bratislava, yo fuera a la máquina de cajero automático en la estación y sacara el dinero para pagar el tiquete como correspondía. Lo cual hice, pero una vez hecho me percaté de que estaba en una ciudad nueva que podría conocer, así que me aseguré del siguiente tren hacia Budapest, el cual era en 3-4 horas, solicité un mapa de la ciudad... que está muy cerca de la estación... y salí a caminar... ¡Bratislava allá voy!


Y claro, compré el tiquete de tren de Bratislava a la frontera con Hungría, que ya sabía que no cubriría mi pase, y me costó solo 8 euros. Luego en la frontera húngara me volvieron a bajar del tren... pero esa es otra historia.