La belleza del caos en India

Parte del atractivo al estar en un lugar nuevo, es probar el transporte público y en India no hay excepción.



Una forma muy particular y ampliamente utilizada en las ciudades grandes en el Rickshaw, un triciclo motorizado con techo pero abierto a los lados, en donde los pasajeros (dos o tres si se estrujan) van sobre un asiento detrás del conductor. Todos son de color amarillo fuerte, o al menos no vi diferentes. Son muy característicos, suelen salir en las películas cuando hacen tomas en India y se utilizan desde los años cuarenta o por ahí.

También hay otras versiones en donde el asiento sobre ruedas es jalado por una persona que camina o que pedalea, pero no las utilicé.

Puede ser una experiencia tan impactante, que antes de salir a tomar el Rickshaw nos mostraron un video para explicarnos cómo era la cosa y cómo negociar el precio, ya que es algo usual que al final te cobren más simplemente porque sí.

Aún así no me sentí preparada y tuve temor durante el recorrido, que luego ya con el tiempo se fue mermando. Íbamos 3 pasajeros a bordo, así que fue un poco estrecho el espacio, había que encoger los brazos para no codear a nadie. Me tocó en un extremo, así que sentía que iba a salir volando, sentía los demás vehículos demasiado cerca... y lo estaban.

Algunos conductores de autos incluso, optan por cerrar sus espejos laterales, para no golpearlos con los demás carros... ¡Así de cerca circulan! 

Al llegar a nuestro destino, el conductor trató de cobrarnos más de lo que indicaba la pantalla del aparato del precio, explicándonos e insistiendo que ya nos había dicho desde el inicio que al monto había que agregarle 20 rupias, de lo cual nadie recordaba nada... porque nunca sucedió. No teníamos suficiente dinero en efectivo para pagarle el sobreprecio y se molestó mucho, pero nos fuimos sin dificultad.

En el recorrido de regreso tomamos el autobús, de los que conocemos como buses escolares, es decir que en los asientos caben cómodamente sentados solo dos personas o tres muy estrechamente sentados. Y solo tienen puerta en la parte de adelante.

Nunca comprendí el sistema de cobro, con unos pedazos de papel o especie de tiquetes y una persona adicional al conductor hace la labor de cobrar; pero al menos la persona a cargo del grupo se encargó de pagar el pasaje de todos y nos liberamos de esa parte.

Por otra parte, los carriles en las carreteras parecen inexistentes, aunque sí están demarcados, hay carros, motos, Rickshaws, autobuses, camiones y vacas (sí, vacas), en cualquier lugar. Al principio no entendí en lo absoluto la dinámica, ni comprendí el sistema, desde mi punto de vista no había ninguno... era toda una confusión y desorden. Lo describiría como carriles y entre-carriles, es decir, algunos van por su debida línea y otros van entre aquellos.

Luego fue comprendiendo que su caótico sistema se basa en la cortesía, en dar espacio al que se acerca, de modo que poco a poco todos ingresan y avanzan, de un lado y de otro. Curiosamente, contrario a mi pensamiento inicial, no vi ningún accidente; aunque no dudo que existan, deben ser pocos en comparación al volumen de masas de gente y motores que se mueven por ahí.

Así comprendí en India, la belleza del caos.