La Cúpula de la Basílica de San Pedro



Después de recorrer los souvenirs de la Basílica ... en busca de una medalla de la Virgen de Loreto ... que no apareció, subimos a la Cúpula para admirar el panorama de la ciudad de Roma y también para observar de cerca la pintura del techo y las gigantescas letras que indican "tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia".

Nuestra elección por supuesto que fue la más económica (obvio para nosotras), ya en nuestra tercer semana de viaje el dinero se guardaba con más cautela; así que ascendimos caminando los más de 130 metros hacia la Cúpula y debo decir que Pili se arrepentirá el resto de la vida por esa decisión. El elevador en todo caso te lleva al primer mirador y a partir de ahí todo el mundo sube caminando, que el trayecto que más afectó a mi querida amiga.


Al principio fue muy divertido, el ascenso se realiza en una espiral completa, que cada vez se hace más pequeña al punto de ser algo diminuta, pero vale la pena. Como muchas cosas en la vida ... te las pierdes ... o sufres un poquito antes de ¡apreciarlas!


Al llegar al primer mirador se descansa un poco, hay otra tienda con más medallitas, santos, rosarios, postales y muchas cosas, excepto la Virgen de Loreto, que no logro encontrar en ninguna clase de souvenir. La vista es hermosa, los Jardínes del Vaticano muy bellos ...


... y especialmente hacia la inmensidad de la Plaza de San Pedro justo frente a la Basílica con el Obelisco en el centro, la gente que transita en el lugar se ve diminuta (no me imagino como se ve ésto cuando se llena de gente en misas y ocasiones especiales); se aprecia la Vía de la Reconciliación hasta el inmenso Castillo San´t Angelo, un par de puentes sobre el Tever y la ciudad de Roma ... un panorama para dejarnos sin aliento.


La parte más divertida fue ya casi al final, cuando la pared se vuelve curva, es obvio que estábamos cerca; lo normal que es una pared mantenga una línea totalmente vertical, pero acá la línea es cóncava y el piso es inclinado, lo más divertido fue que debíamos apoyarnos con las manos en los lados. Para guardar el momento en la memoria le pedí a las chicas que me tomaran una foto y tuve que sostener mi brazo en la pared, si me soltaba ... me caía. Fue buenísimo, nos reímos un montón tan solo tratando de tomar la foto.




Al llegar al final del recorrido puedes ver de cerca la pintura de la Cúpula, muy de cerca, tanto que no nos fue posible sacar una foto. Se camina en el círculo justo en la circunferencia de la misma estructura. Algo bueno es que no se puede ver hacia abajo (hacia el piso de la iglesia), solo hacia la arriba, y desde abajo ni siquiera se nota que anda gente caminando allá arriba.



Y ... todo lo que sube ... tiene que ¡bajar! ... de nuevo caminando ... 537 escalones (vale más que no lo sabíamos antes). Esta parte fue algo trágico para Pili, ya que no soportaba más vueltas y empezaba a sentirse mal, así que todo el recorrido de regreso lo hizo con los ojos cerrados, con su mano sobre mi hombro. Una experiencia definitivamente memorable, de esas pequeñas cosas que suceden en los viajes, que no las olvidas. Por su parte Vic no perdió su sonrisa.