
Fue tan rápido que nos quedamos con la boca abierta, babeando, pronto llegaron más turistas y el artesano nos invitó a quedarnos y volver a ver su obra maestra, otro caballo ... también en cuestión de minutos. ¡Increíble!
Pili lo filmó y al final nos tomamos una foto con el señor artesano, que nos dejó impresionadas con la facilidad que lo hacía aparentar, y después de preguntar nuestra procedencia, nos dijo que le gustaría visitar algún día Costa Rica (que amable, seguramente estaba buscando un socio comercial y no se ocurrió que podía ser una de nosotras).
Cargadas con mucho cuidado de objetos de Murano, nos dirigimos ya al final de la tarde a otra isla cercana y que a pesar de la hora yo insistía en visitar ... Burano, famosa por la venta de lencería y los trabajos en bordados a mano.